domingo, 28 de enero de 2018

EL SÍMBOLO PERDIDO

Durante muchos años esta ciudad fue conocida por ser la ciudad de Hércules, tanto es así que su escudo, el de Andalucía y el de España recuerdan el paso mítico por la isla de Erytheia del semidiós griego para robar el ganado del gigante Gerión. La España Católica y puritana no lo perdió de vista y siempre estuvo presente desde el Templo del Hércules Gaditano romano hasta prácticamente el siglo XX.

El avance de las ciencias históricas hicieron que la mitología quedara en un segundo plano y en esta ciudad la figura de Hércules fue abandonada pero, sin ser sustituida por otro símbolo gaditano. Algunos de los nuevos intentos fueron símbolos de la presencia fenicia como el Dios Melkart, los sarcófagos, monedas o incluso anillos con delfines, pero ninguno consiguió convertirse en un verdadero icono de la ciudad, como en otros lugares, han aparecido, siendo uno de los más significativos el Índalo en Almería o Miguelón en Burgos y Atapuerca.

Cádiz, ciudad con historia, no sabe aprovecharla, y perdiéndose en banalidades, no consigue definir su marca. Por ello pensamos que si no surgiera otro símbolo más identitario, debería de volver a utilizarse la marca Hércules, conocida en todo el mundo y aprovechar los pasajes de la gran mitología griega para organizar en torno a su figura una atractiva atracción cultural.

Perdimos los dragos "milenarios" pero todavía quedan algunos herederos de esa sangre del gigante Gerión, perdimos también el canal Bahía - Caleta, pero tenemos identificada la isla de Erytheia, lo que no debemos es seguir perdiendo oportunidades.



Durante mucho tiempo existió una figura de Hércules en la plaza de San Juan de
Dios que luego fue trasladada a la Alameda, pero era de mala factura, encontrándose hoy en el Ayuntamiento de la ciudad. Tenemos una figura de Hércules en el momento de la Constitución de 1812, Hércules con los dos leones recibía a los forasteros en el puente Suazo (hoy en la fachada del Ayuntamiento), y algunas representaciones más. Pero sin duda, una de las mejores representaciones, es el Hércules Farnesio que da entrada al museo de Cádiz.

Quizás, con un uso mejor de la figura, promoción, inversión e interés, se podría conseguir unificar de nuevo esa marca que ya nos definió durante mucho tiempo y que nos define en nuestro mayor signo de identidad que es nuestro escudo.


lunes, 22 de enero de 2018

DE ADUANA A PALACIO. EL EDIFICIO DE DIPUTACIÓN.

El edificio de la aduana fue construido por el ingeniero militar Juan Caballero en 1770 tras diferentes proyectos entre los cuales uno recogía tres edificios gemelos, este de la Aduana, la Casa de Contratación y el Consulado, de los que sólo se construyó el primero.  No hablaremos aquí de la historia anterior de este edificio y nos centraremos en su reforma y acondicionamiento, que tiene lugar con motivo de la visita de la Reina Isabel II. Este trabajo se encargará a Juan de la Vega quien contará con un gran equipo entre los que destacan Carlos Gazzolo, Juan Rosado, Adolfo Ruiz y Juan Bautista Vivaldi.

La morada de la corona se situó en el primer piso, una pequeña saleta daba paso a la antecámara real, un pequeño salón revestido de damasco azul celeste y artísticas lámparas de bronce sobredorado.


La sala real, la más rica, tenía las paredes de damasco rojo, con grandes espejos sobredorados y una gran araña central que iluminaba la estancia con sus veinticuatro brazos. Más severo aparece el despacho de la Reina y en el frente un cuarto de baño completo de mármol de Carrara. Desde el tocador se pasaba al dormitorio de los reyes y estancias privadas con una sala familiar, el dormitorio del príncipe, el de las infantas y el despacho del Rey.































Completaban el conjunto el comedor real con 18 metros de largo y cinco balcones, la capilla real y la sala del balcón abierto en la fachada para que la Reina presidiera los desfiles y paradas militares.

La mayoría de las dependencias han sufrido transformaciones hasta la actualidad, lo que no sucede con el Salón de Corte, hoy actual Salón Regio, de 16,50 metros de largo por 11 de ancho, solería de Carrara blanca y negra, cartelas con molduras doradas y un hermoso techo formado por una armadura de madera del que penden arañas de cristal. 

Bibliografía:

- Cirici, Narváez, Juan Ramón. Reforma y Acondicionamiento del palacio de la Aduana en 1862. en Arquitectura y Ciudad en España de 1845 a 1898. Universidad de Cádiz, 2000.

domingo, 21 de enero de 2018

LACAVE Y TRILLE por Carlos Vélez


¿QUIÉNES FUERON LACAVE Y TRILLE?


El teclear de estas letras es la desembocadura de un río. Para llegar hasta aquí hay que remontarse 30 años en el tiempo. El nacimiento de este río comienza una mañana cualquiera, en un barrio atestado de gente, tráfico y vendedores de pescado “cantando” su mercancía a los viandantes. Un niño de cuatro años sale con su abuela para hacer compras en un supermercado cercano. Paralelos al camino que siguen, discurren unos raíles oxidados, olvidados en el tiempo y en la memoria, siendo testigos de los cambios y notarios de la zona donde cumplieron la función de ser la vía de un tren que todavía el niño no sabe ni su trayecto ni el desempeño que cometía. En el entorno de esos raíles discurren la Avenida Lacave y la calle Trille. El niño todavía no conoce a esos personajes a los que un día la ciudad de Cádiz les brindó el honor de otorgar sus nombres para una avenida y una calle.

Para responder la pregunta que ronda por la cabeza de ese niño hay que remontarse a una fecha tan señalada en Cádiz como es la de 1810. Mientras la ciudad soportaba en esos momentos el asedio de las tropas napoleónicas un comerciante nacido en Navarrens, ciudad del departamento francés del bajo pirineo, funda la casa comercial La Cave, después de algunos años trabajando con su tío materno, en una tienda en la plaza de los descalzos. Aquí comienza la aventura en Cádiz de Pedro La Cave Miramont.

En sus inicios como comerciante se asocia con Macdermont en lo que se conocería como Lacave y cía. Tras unos años y a la muerte de su socio en 1824, don Pedro continúa solo hasta 1832, fecha en la que se asocia con Pablo Echecopar, formando la nueva sociedad “La cave y Echecopar”. 

Pero el desarrollo de la casa comercial registra un notable aumento de producción y exportación y facturación gracias a la colaboración de tres sobrinos de don Pedro. La sociedad está en auge y los cargueros de Lacave navegan los siete mares para el consumo de los caldos en países tan dispares como Suecia y Algeria. En la Segunda Aguada, a escasos metros del hospital del mismo nombre

, se levanta un embarcadero para el depósito de maderas para la construcción de toneles, barricas y botas. El objetivo no era solo para cubrir las necesidades propias de las bodegas de don Pedro. También se pusieron a la venta para toneleros de Jerez, Sanlucar o El Puerto.



A la muerte de don Pedro en 1850 lega toda su fortuna a sus sobrinos. Éstos, embarcados en otros negocios como la cerámica, la lana, el corcho o el aceite, deciden centrarse única y exclusivamente en el negocio de los vinos ante la gran demanda existente.





Y aquí, encontramos el origen de los raíles que observan al curioso niño del principio. El abastecimiento de los caldos no solo se hace por vía marítima y el invento de ese monstruo creado por James Watt arrastra unos vagones de madera enormes, en los que poder cargar los toneles. El tren hace su aparición por la Segunda Aguada, siguiendo hasta Puntales. Otros raíles conducen a la calle Trille. ¿Quién no conoce en Cádiz la calle Trille?!!! Pues bien, Trille era el apellido de un leal y laborioso capataz de las bodegas.



La continuación de esta historia da para otro artículo y la curiosidad y las dudas del niño quedan saciadas con este relato. El niño ya conoce el lugar donde soñaba despierto, junto a los amigos que forjaron una amistad inviolable. En el lugar donde antiguamente se transportaban toneles, pasaban trenes, trabajaban toneleros y capataces con nombres de calle daban órdenes, el niño jugó, creció y se formó junto a otros tantos como él.   En San Mateo creamos nuestro particular “meeting point” (permítanme el anglicismo) y aún resuenan por allí los ecos de un partido de paddel o el crujir de una barrica transportada…

martes, 16 de enero de 2018

Cuando se aprobó el derribo de la Iglesia de San Antonio

Corría el año 1970. Años antes se habían cambiado los peculiares remates de latón de las torres por unos macizos que habían producido que el edificio sufriera un mal casi irreparable, aunque se estima que el mal del edificio venía desde su propia consutrucción y remodelación en el siglo XIX. Ante el dinero que estaba costando la reforma se convovó una asamblea parroquial en el Colegio de Médicos.

 Los dictámenes de la misma fueron recogidos el 19 de diciember de 1970 en Diario de Cádiz con un titular poco esperanzador; "La Iglesia de San Antonio será derribada.- Se construirá una nueva".  Recogía palabras del coloquio que se organizó en la asamblea sobre si se derribaban sólo las torres o la actual iglesia poniendo en juego el dinero que costaba repararla. La demolición quedó acordada.

El párroco, padre Serrano, ante la situación del templo recordó la cifra de 130.000 pesetas anuales que había que dedicar por el último arreglo de las torres. El arquitecto José Luis Suárez, expuso soluciones, pero decía que el templo presentaba defectos de tipo estructural desde su construcción, estando podrido el maderamen y teniendo una grieta en la bóveda central. El estado era alarmante y supuso el cierre del templo.

Parecía absurdo gastar 4 millones de pesetas en reestructurar la iglesia. Se impuso la idea de construir una iglesia con un aforo mayor.

Incluso se proyectó la nueva iglesia, que rompía con un arte modernista el neoclásico interior y el barroco de la portada.

Gracias a Dios, no se llevó a cabo la demolición y la construcción de la nueva iglesia y hoy disfrutamos de una parroquia excelente y mejores cuidadas en el interior de la ciudad.


lunes, 15 de enero de 2018

Cárceles en Cádiz.

A la hora de estudiar nuestra historia muchas veces se nos escapan datos concretos sobre algunas edificaciones de nuestra ciudad. Es lo que pasa con las cárceles gaditanas, donde, exceptuando la obra neoclásica que hoy día abarca la Casa de Iberoamérica, conocemos realmente poco.

No hablaremos aquí en este pequeño resumen de las prevenciones como la de la Merced y otras, ni de nuestros castillos, usados como prisión como todos sabemos, ni tampoco de las cárceles flotantes o pontones que tan estudiados han sido en los últimos años en lo que se refiere al siglo XIX y que todavía despierta muchas lagunas en cuanto a la investigación el que se sitúo en el muelle gaditano en pleno siglo XX, por los sublevados contra los vencidos y llamado el "Miraflores".



Por ello hablaremos primero de la Cárcel Real que estaba ubicada en San Juan Dios, edificio notable, que tenía además como anexo la habitación del Alcalde y otras que conjuntamente se llamaban "Casas de la Justicia", por haber sido anteriormente sede del Juzgado del Alcalde Mayor. La planta baja la constituía la Cárcel en sí, y el edificio tenía balcones a la plaza y a la calle "Detrás del Pópulo". El primer piso lo formaban los aposentos del Corregidor y los alcaides y en parte la enfermería de los presos. Según parece el edificio tenía también arcadas o porches hacia la plaza.

Esta cárcel por su condición, situación y tamaño llamaba a la construcción de una de nueva planta, y así se empezó a planificar en 1792, empezándose las obras en 1794 de la mano de Torcuato Benjumeda, siendo terminada por Juan Daura y utilizándose a partir de 1836. Es la cárcel neoclásica que todos conocemos por la Cárcel Vieja y que hoy día alberga la Casa de Iberoamérica. Su estado ya a principios del s.XX era alarmante y el edificio fue abandonado como cárcel casi en ruinas, hasta que fue rescatado por las administraciones primero para servir de juzgados y luego para Centro de Exposiciones.

La última cárcel con la que contamos era una cárcel más al uso, que ya muchos de los lectores seguro conoció y que se situaba a la altura de lo que hoy es el pabellón deportivo Ciudad de Cádiz, junto a la fábrica de Cerveza. Una cárcel más al uso que tuvo poco tiempo de vida, ya que pronto se comprendió que los extrarradios eran los sitios más apropiados y las Cárceles gaditanas pasaron a ser las que se ubican en el Puerto de Santa María. Se inauguró en 1962 y se derribó en 1984.



domingo, 14 de enero de 2018

¿Se pudo salvar la Puerta del Mar?

La Puerta del Mar no fue una, sino dos, denomidas realmente Puertas del Mar, una de entrada y otra de salida, formada por dos grandes bovedas decoradas con portadas de mármol blanco por la parte exterior del muelle con un frontis muy sencillo, formado por cuatro columnas y un capitel en cuyo centro se veía el escudo de armas de la ciudad, y entre cartelas, la inscripción latina "DOMINUS CUSTODIAT ENTROITUM: ET EXITUM TUUN. PSAL. 120". 




Su arquitectura fue proyectada en 1718 por D.Vicente Acero, ejecutándola después don Torcuato Cayón. Las puertas se cerraban a la oración hasta 1863, cuando se amplió el horario hasta las diez de la noche, y quedaron abiertas definitivamente en 1900. Por la parte de San Juan de Dios no tenían una arquitectura especial, sino el plan general de las naves. 


Fueron derribadas en 1913. Durante muchos días el mármol de la portada principal permaneció en la vía públcia sobre el pavimento de las calles próximas y una de sus artísticas columnas sirvió durante más tiempo como asiento a los obreros de San Dimas. Allí se conservó esta portada durante un tiempo.



 Y allí se le perdió realmente la pista. Quizás en los días de hoy, esa portada hubiera sido levantada en otro lugar de la ciudad y de esa manera conservada como monumento artístico de la misma.

martes, 2 de enero de 2018

Noticias sobre el Pendón Real de Cádiz (por Salvador Santos y Moisés Camacho)

Mucho se ha hablado sobre el morado de la bandera de la ciudad, si es el púrpura de los fenicios, si tiene que ver con los comuneros, si es púrpura o morado, y también todo se ha dicho sobre el Hércules con leones y las columnas que aparece en nuestro escudo. No será aquí la labor de esta reseña la de ahondar en estas circunstancias, sino más bien buscar los orígenes del que hoy día se conserva en las vitrinas del Ayuntamiento de Cádiz. 

Y para ello tenemos que retrasar la historia hasta justamente después del saqueo anglo-holandés de la ciudad, ya que aunque antes existieron otros, sus noticias son más difusas debido a la pérdida de documentación que sufrimos en ese fatídico año de 1596.

La primera noticia después del saqueo relativa al pendón, la encontramos en el libro de Actas Capitulares, donde se describe el acuerdo para sacar el pendón en la jura de Felipe III en 1598. Estaba confeccionado en Damasco y se levantó en el mismo lugar donde se oficiaron los funerales por Felipe II, cediéndose posteriormente al Convento de Santa María. Para la Jura Real se mandó confeccionar un nuevo pendón a Sevilla. 

En 1621 se aprobó que los regidores y escribanos lo llevaran a caballo, pero la ceremonia se suspendió, debido a la escasez de equinos que había. 

El pendón y su izado estaba en manos del Alférez mayor de Cádiz y sus descendientes, la Familia Soto. El hijo de uno de ellos, Luis de Soto y Avilés dejó por escrito como era la ceremonia de alzado del pendón. Decía que se llevaba a casa del Alférez mayor por la mañana del día de la jura, colocándose éste en la ventana que da a la plaza, permaneciendo hasta la tarde, cuando llegaban con chirimías y clarines. El alférez a caballo y detrás en pareja los regidores, el gobernador y corregidor hasta la Catedral. El obispo los recibía, el alférez colocaba el pendón en el altar y se rezaba. Una vez acabado el acto se volvía a la plaza principal donde en un tablado frente al Ayuntamiento se subía la comitiva. Al final se volvía a la casa del alférez donde quedaba el pendón y la comitiva volvía al Ayuntamiento.  Otros narradores nos hablan de que el pendón se depositaba en el Ayuntamiento, al final se votó y se determinó colocarlo en el Ayuntamiento con el tiempo, en una "lucha" entre alférez y regidores por elevar el pendón en la casa del primero o en la Casa Consistorial.

La polémica se zanjó con la elaboración del nuevo Pendón el 18 de diciembre de 1746, cuando se acuerda guardarlo en la sede civil de la ciudad bajo tres llaves en una caja. Sería utilizado en la proclamación de Fernando VI y es el que aún se guarda en la alcaldía. Su descripción es la siguiente; 

"es de vara y media de Damasco Carmesí, ricamente bordado con oro, con fleco de hilo oro, teniendo bordado en la cara principal el escudo de las armas de España de oro y plata, y en cada una de las cuatro esquinas un castillo y león alternativamente. En el reverso, bordado el escudo de armas de la ciudad, un Hércules entre dos columnas sobre ondas, teniendo cada mano sobre un león con la piel de otro por vestido.."

La ceremonia de sacarlo en los actos de proclamación de los reyes caería en desuso con Amadeo de Saboya, pasando luego el pendón al museo arqueológico y luego al salón del Ayuntamiento.