domingo, 22 de octubre de 2017

¿POR QUÉ "DIOS" SALVÓ A CÁDIZ Y NO A LISBOA EL 1 DE NOVIEMBRE DE 1755?

Desde que nacemos los gaditanos escuchamos hablar de la intervención divina por la ciudad en la mañana del 1 de noviembre de 1755. La Virgen de la Palma, el estandarte y el crucifijo que se clavó en su calle y que hicieron retroceder a las aguas, que se recoge en las actas de la Cofradía, o la salida de la Virgen del Rosario a la muralla y la exposición hacia el mar de la Custodia son los actos que se asocian con la divinidad. Pero Lisboa era una ciudad igual de católica que Cádiz, y también se recurrió a imágenes, que en aquella ciudad, no hicieron nada para paliar la catástrofe. Tanto es así, que los pensadores modernos, como Voltaire, empezaron a negar la existencia de un Dios justo; Lisboa no merecía ese castigo divino, y en contra de lo defendido hasta entonces, el pensamiento occidental dio un giro de 180º, criticando las teorías de Leibniz.La explicación real de esa predilección por los gaditanos es mucho más fácil y razonable de lo que parece.

Primaramente, nos encontramos en el 1 de noviembre, en Lisboa era (y es) muy común dejar velas encendidas en las casas por los ya fallecidos. Esas velas tras el terremoto provocarían un incendio generalizado en la ciudad, que destrozaría, junto al terremoto y el tsunami, un 80 % de los edificios.

El propio terremoto se dejó sentir de manera mucho más notable debido a la cercanía del epicentro en la ciudad portuguesa.

En cuanto al tsunami,  los lisboetas habían perdido la memoria del antiguo terremoto de 1531, y no sabían que tras el gran terremoto venía el inevitable tsunami. La caida de cascotes y casas había matado ya a muchos lisboetas, por lo que lo más inteligente, aparentemente, era huir a lugares amplios donde no se produjeran más caídas de cascotes que pudieran provocar más muertes.  Mucha población acudió junto al Palacio Real, en una explanada conocida hoy como Terreiro de Paço, para evitar ser aplastados por los edificios. Allí les sorprendió el tsunami y produjo la mayoría de las victimas, al nivel del mar, sin protección alguna. Durante días y semanas, aparecieron víctimas del tsunami en diferentes puntos marítimos. Más de una cuarta parte de la población murió, calculándose los fallecidos entre los 60.000 y los 80.000.

Cádiz, por su parte, sólo tuvo que lamentar 13 victimas contabilizadas, más los que perecieron en el camino del arrecife o fueron llevados por el agua. Se calcula que las olas fueron incluso mayores que en Lisboa. ¿Qué ocurrió?. Pues primero, Cádiz era una ciudad amurallada, la férrea muralla de piedra que envuelve la ciudad resistió en casi todo el perímetro excepto en la Caleta, por donde sí entró el mar, pero el barrio de la Viña estaba aún escasamente poblado y la mayoría de sus habitantes subieron a las azoteas. Por la parte de poniente, donde estaban la Virgen del Rosario y la Custodia, la muralla fue infranqueable, pereciendo sólo las personas a las que la llegada del tsunami les llegó en la mar.
Por otra parte la dirección de la población fue otra, al contrario que en Lisboa, tras el terremoto, Antonio de Azlor, el gobernador de la ciudad, que puede ser que tuviera experiencia en hechos de similares características en América, junto a Manuel Bonco, al ver cómo se retiraba el mar, ordenaron cerrar la puerta de Tierra de la ciudad. Parte de la ciudad estaba en alto y las olas no consiguieron penetrar, y las murallas hicieron su trabajo de contención. Lo lógico y racional tras el terremoto hubiera sido huir a zonas donde no se produjeran derrumbes y el camino del Arrecife era el sitio ideal, por lo que muchos huyeron rápidamente, y sin duda, fueron engullidos por el tsunami. Son estos hombres , Antonio de Azlor y Manuel Bonco, los que consiguieron que "Dios" se aliara con Cádiz e impidieron que las cifras de fallecidos fueran similares a las de otros lugares de Portugal y la Península.