lunes, 31 de octubre de 2022

BREVE HISTORIA DEL ANTIGUO HOTEL ROMA DE CÁDIZ

 Uno debe ser partícipe de la historia de su ciudad y conocer, aunque sea someramente, la historia de las piedras que la componen. Por eso, en esta ocasión, nos acercamos a la historia de uno de los edificios de que forman parte hoy de la Diputación Provincial, de nombre edificio Roma, pero conocido por los gaditanos por ser la sede del antiguo Hotel Roma.



Sabemos que a principios del siglo XIX, la casa perteneció al patronato denominado "Diego Pérez de Garayo", según nos informa Mariano de Retegui el 20 de febrero de 1983 en las páginas de Diario de Cádiz.  En esta casa estuvieron vinculadas familias vascas de Victoria, entre ellas los López de Verasturi. 


Más tarde la casa pasó a manos del senador Manuel Ruiz Tapie y Paul, un comerciante gaditano que la mantendría hasta 1846 cuando la vende a los señores Lasante e hijo para que lo utilizaran como negocios bancarios.  Bajo su mando, la casa efectuó las reformas neoclásicas, como muchas fincas de Cádiz, en tiempos del alcalde Valverde, de la mano de José Armario, que las realiza en 1862, adquiriendo, en líneas generales, su aspecto actual, donde destacan la fachada, el patio principal de mármol y la suntuosa escalera.  Curioso dato es que esta familia Lasante tenía su domicilio en San Agustín nº2, edificio del que intentaremos hablar en una próxima entrega. 


Como banco funcionó la casa durante todo lo que restó del siglo XIX con diferentes nombres dentro de la misma familia, "Juan de Dios de Lasanta e hijo", "Hijos y nietos de Juan José de Lasanta" y por último "Nieto de don Juan de Lasanta y Cia". 

Ya en el siglo XX, concretamente, en enero de 1913, la finca se arrienda a Luis Ravizza y Bellosta, quien inicia el negocio hotelero como Hotel Victoria. Tras ventas parciales, en 1931 la adquiere el contratista de obras José Repeto y Lloret y la finca pasa por momentos difíciles durante la guerra, siendo adjudicada en 1945 por débitos con la hacienda y saliendo a subasta pública, de donde la adquiere Manuel Guiral por 425.000 pesetas, naciendo ahora el Hotel Roma que nuestros mayores han conocido.  Tras muchos años, en los ochenta el edificio pasó a un estado de abandono hasta que fue rehabilitado para oficinas públicas por la Diputación de Cádiz.



Entre sus paredes se recuerda en la ciudad el rodaje de la película Cuba donde participó Sean Connery (mostramos una foto extraida del blog de Luis García Gil), y en su patio se encuentra un brocal de pozo de mármol que nos recuerda a nuestra historia, ya que perteneció al extinto Convento de Capuchinos de Cádiz. También destaca su preciosa montera, una de las más singulares de la ciudad. 


jueves, 18 de agosto de 2022

LA CASA DE BENITO CUESTA (SAGASTA, 1)

Ahora que la cadena de hoteles HOTUSA , tiene muy avanzados los trabajos para que esta finca se convierta en un hotel de lujo, creo que ha llegado el momento de que os hable un poco sobre la misma, con datos objetivos y con la experiencia propia de haberla visitado en una ocasión. 


La finca a la que nos referimos es, quizás, el mayor ejemplo de arte urbano de lo que llamamos arte isabelino, aunque su estética actual corresponde a una reforma realizada en el siglo XIX (evidentemente, cuando este estilo artístico se pone de moda) y sin embargo, su origen, es algo anterior. 


En sus escrituras, en los albores del XVIII, aparece que Francisco Suárez Doblado y María Enríquez eran los dueños de "un sitio y solar, frente a las viñas de San Francisco". En esos terrenos y otro más aportado, Pedro Sánchez de Pira labró dos casas que salieron a subasta y fueron adquiridas por Juan Antonio Trechuelo y de la Yedra, el 13 de julio de 1738, ante el escribano José Bahamonde.  Con estas casas Juan Antonio Trechuelo y su esposa, Paula Badillo, fundaron un mayorazgo a favor de sus sucesores y uno de ellos, José Celestino Trechuelo, recibía el título de Marques de Villabelvestre el 1 de marzo de 1782. Las casas a las que nos referimos fueron derribadas y se construyó la nueva, valorada en 60.000 pesos. Es sobre esta casa de nueva labranza, donde en la época del asedio napoleónico, se sitúa la embajada británica, que tanto ayudó a la defensa de Cádiz asegurando abastecimientos con la presencia en ella de Henry Wellesley, el hermano del duque de Wellington. 

En la partición del mayorazgo, el 25 de septiembre de 1841, la casa se valoró en 2.042.174 reales de vellón, en un peritaje realizado por Juan Daura, efectuándose al misma entre Cayetano Trechuelo Gómez, Marqués de Villabelvestre y su hijo Cayetano Trechuelo y Ostman.

Es el 13 de octubre de 1851 cuando Benito Cuesta y Blázquez adquiere la casa para hacer de ella su morada, llevando la casa el número 100 de la llamada calle de la Amargura hasta que, el 20 de agosto de 1855 Adolfo de Castro la dispuso como número 1 de la calle Sagasta. 



Es ahora cuando la familia realiza la reforma integra de la casa que la lleva a tener el aspecto exterior que vemos hoy día, convirtiéndose en una de las casas palaciegas con más solera de la ciudad de Cádiz. 

Allí vivieron varias generaciones de los Cuesta, adquiriendo numerosas antigüedades y siendo una de las casas más visitadas por la clase alta gaditana. Se reforma la fachada, la portada, la escalera central y se hacen adornos de escayola que aún son visibles. 

La casa sigue viva hasta los años 90, pasando por momentos de esplendor como en los años 70, cuando se proyecta hacer de ella un Museo del Romanticismo, para lo que se reformó la torre mirador y se adquirieron trajes de época, además de una colección de baúles de las Antillas. Una de las principales joyas que tenía la casa era un centro de patio de forja con dragones. 

Ya desde los 90, la última generación de los Cuesta parece perder interés por su inmueble y va siendo objeto del saqueo de anticuarios que poco a poco desvalijan la casa, que queda en estado de abandono durante treinta años. En la última década Solvia adquiere la finca dispuesta a venderla para que se hicieran apartamentos, obra que se comienza pero que se deshecha. Luego la vuelve a poner en venta, y es el momento, en el que este que habla, tiene la oportunidad de visitarla. 

Había visto alguna foto de la misma, donde aún se guardaba ese centro de forja con dragones, pero cuando Solvia nos mostró la casa, ya habían desaparecido. Aún así, la casa guardaba todavía mucha historia. Las habitaciones estaban forradas con papel que por detrás tenía periódicos de La Palma, fechando la reforma a mediados del siglo XIX. La escalera mantenía el mármol y las escayolas y en algunas habitaciones ya había sido levantada la loza de tarifa (suponemos que para venderla al mejor postor). Se conservaba mobiliario, una cama de forja muy estropeada, medicinas de la época y algo de documentación importante de la familia. En la torre mirador, casi en ruinas, se conservaba parte de ese proyecto de Museo del Romanticismo, con la salvedad de que se había construido un ascensor que estropeaba la vista de la misma, ahora sin funcionamiento. En esa torre se conservaban varios baúles de los mencionados anteriormente y bastante ropa. 

foto de origen desconocido mostrando el centro de patio desaparecido. 


Actualmente, como hemos mencionado, la casa está en proceso de convertirse en un hotel de lujo, que esperemos que cumpla con todos los requisitos patrimoniales al efecto y que mantenga parte de la historia de la misma. 







domingo, 21 de noviembre de 2021

LA GADITANA QUE QUISO SER CAMPOAMOR.


En estos días todos celebramos el aniversario del acceso al voto de la mujer, algo conseguido por algunas mujeres como Clara Campoamor, que con su Unión Republicana Femenina y sus intervenciones en el Congreso de los Diputados, dieron un paso importante para la igualdad que se llevó a la práctica por primera vez el 19 de noviembre de 1933, ante la oposición de muchos sectores que pensaban que la mujer no estaba preparada para las urnas, que votarían los que les dijera el marido o el sacerdote, en esa "minoría de edad" supuesta. Como sabéis, algunos culparon de la victoria de la CEDA a la introducción del voto femenino, estando hoy demostrado que fue la abstención anarquista y la desunión de las izquierdas lo que llevó a las derechas a alzarse con la victoria electoral.

Con todo, en esas fechas, en Cádiz, una joven escritora decidía emular a su amiga Campoamor y fundaba la Unión Republicana Femenina desde el PRA. Yosi Campos, auspiciada por republicanos como Emilio de Sola, decidía dar el paso al frente y fundar el partido femenino, a la par que organizaba actividades para la mujer. Cierto es que, algunas de las actividades que se estimulaban entraban dentro de los "corsés" femeninos de la época, tales como talleres de costura y similares. 

Yosi Campos fue la encargada también de traer a Clara Campoamor a la ciudad donde departió con las gaditanas y explicó sus ideas sobre la "liberación" de la mujer. Para las elecciones de 1933, Yosi Campos decidía presentarse con su partido, y así lo recoge la prensa de la época. Lo que no sabemos, ni hemos conseguido averiguar aún, es por qué finalmente no se llevó a cabo la candidatura. 

Sea como fuere, tras la República, Yosi Campos siguió siendo una escritora gaditana y escribiendo novelas románticas, aunque ahora bajo una dictadura, reducían el rol de la mujer al acompañante del varón.

Su figura sigue siendo muy desconocida y, quizás, debiera ser estudiada en profundidad por los que se dedican a la investigación del movimiento feminista y sus orígenes en Cádiz. 





martes, 24 de marzo de 2020

Notas sobre la Capilla de Loreto u Orden Tercera de San Francisco.

En estos días de aislamiento, sin acceso directo a bibliotecas o fuentes, sólo contando con las que poseemos físicamente en casa y a las que hemos podido acceder por internet, no nos atrevemos a realizar un estudio exhaustivo de lo que fue la Capilla de la Venerable Orden Tercera de los Franciscanos de Cádiz o de la Virgen de Loreto. Por ello, apuntaremos sólo unas notas para acercarnos al conocimiento de la misma de lo que hemos podido encontrar en las fuentes de las que disponemos. 

La Capilla de Loreto formaba parte del convento de San Francisco ocupando lo que hoy sería el Hotel de Francia y Paris y parte de la actual plaza, que tras el derribo de la misma, llevaría el nombre de Plaza de Loreto. 

Va a recibir este nombre de la advocación que se veneraba en la misma, una pequeña virgen que se encontraba en el altar mayor de la misma y que se diferencia de la advocación del convento en general, que era la de la Virgen de los Remedios.

Aunque no sabemos sus dimensiones exactas, las representaciones de la misma en la maqueta y en el cuadro de la familia Aramburu que se conserva en el Museo Municipal nos hacen pensar que no era tan pequeña como imaginábamos. 

CONVENTO DE SAN FRANCISCO.  VISTA DE CÁDIZ
MUSEO MUNICIPAL. SIGLO XVII. 
La donación del solar para la construcción de la Capilla se produjo el 7 de mayo de 1589. La creación de la Cofradía de la Virgen de Loreto llevará acento italiano, siendo comerciantes genoveses, en su mayoría, los que la formaban. 

Poco he podido encontrar sobre su decoración interior, sólo lo que mencionan los viajeros y acadamecistas que visitaron la ciudad a comienzos del siglo XIX y que hablan de la capilla como "churrigueresca" con carácter despectivo al igual que de la Iglesia de San Francisco, por lo que la misma debió obedecer en el siglo XVII a una decoración barroca recargada, tan denostada por los amantes del neoclacisismo. Si tenemos el proyecto de una reja y un retablo de caoba de la Capilla, que se encuentra en el Archivo Histórico Provincial y que confirma ese estilo arquitectónico, proyecto de 1620, que se encuadra en el "boom" barroco de la ciudad gaditana.

PROYECTO DE REJA Y RETABLO. 1620.
De la imaginería interior, tenemos también pocas noticias, o hemos encontrado poco, sabemos que existía una Virgen de Loreto, que muchos identifican con la que se encuentra en el coro de la Iglesia de San Francisco en estos momentos y que pudo ser visitada en la exposición sobre el convento que se realizó hace unos años. También se documenta la presencia de una Virgen de los Dolores, que algunos identifican con la que se encuentra actualmente en la Parroquia de San Antonio de la Ciudad. siguiendo la representación de grabados de la época, como nos dice Luis Manuel Real Guerrero.

Entre las curiosidades que ocurren en la Capilla, tenemos la expulsión de los cofrades italianos, acusados de contrabando, ya que parece ser que utilizaban los bajos de los bancos para guardar la mercancía que obtenían con el comercio. 
Virgen de Loreto. Foto: Ramón
Fernández Ruiz
Representación de la Virgen
de los Dolores
Virgen que se venera en San
Antonio

Lo que sí conocemos son los procesos seguidos para su derribo, primero con el intento de municipalización del Convento por el Ayuntamiento, las protestas de la propia orden que, al ser secular y tener el templo abierto al culto creía que se incumplía la ley. Los informes sobre el deterioro de la misma, utilizados para intentar justificar su destrucción, y por último la reclamación de indemnizaciones tras ser derribada en 1873-74, en pleno sexenio democrático, y que aparecen en las actas capitulares del Ayuntamiento de Cádiz.


Bibliografía;

- Ruiz Nieto- Guerrero, María Pilar y Jiménez Mata, Jose Manuel. Historia Urbana de Cádiz. II Permanencia y transformación a partir de 1800. Lampreabe, Madrid, 2019.
- Actas Capitulares Archivo Histórico Municipal de Cádiz.
- Orozco Guerrero, Antonio. Cádiz durante el sexenio democrático. El Conflicto Iglesia- Secularización. Tesis doctoral UNED. consultado en http://e-spacio.uned.es/fez/eserv/tesisuned:GeoHis-Aorozco/Documento.pdf

lunes, 2 de marzo de 2020

Fenómenos paranormales en Arcos en 1936. ¿Un duende?


Con el título de ¿un duende? hemos encontrado una noticia en el periódico Diario de Cádiz del 26 de junio de 1936 en su edición de tarde. Como creemos que la noticia habla por sí sola, creemos que podemos rescatarla en este nuestro blog para compartirla con nuestros lectores.


Arcos de la Frontera. ¿un duende?

Sin duda que los duendes cansados de la vida urbana han decidido, ante la proximidad del verano, pasar una temporada en el campo, y sin duda por esto, han venido a establecerse en la finca "las Encinillas" de este termino. 

Hace unos días el tema de las conversaciones de todos los desocupados gira alrededor de ciertos fenómenos inexplicables, al decir de algunos, que en estos días y a pesar de estar distante del pueblo unos seis kilómetros, son muchos los curiosos que se han trasladado a aquel lugar en busca de esas emociones ultraterrenas y muchos también los que sugestionados por el mido, o por el placer de continuar la "fiesta" , han venido afirmando lo que en un principio había quedado reducido al círculo estrecho de la vida familiar.

A título de curioso nos hemos desplazados al citado pago, y a pesar de permanecer en él durante algunas horas, no hemos podido ver ninguna de las faenitas del duende, el fantasma, los espíritus o "el miedo" como en ésta le llaman. Sin duda, que este ser sobrenatural pensó, vista la nimosidad del grupo de muchachos que nos acompañaban, que no les saldría muy bien la cuenta hacer una de sus "curiosidades".

Pero aunque no vimos el fantasma, escuchamos a varios campesinos, que aseguraban haber visto salir piedras de donde no había nadie, moverse platos, abrirse puertas bien cerradas, etcétera. 

Lo cierto es que la familia que habitaba la finca la ha abandonado, con las naturales molestias y perjuicios. ¿Se proponía esto el duende?.

Es lamentable que en este siglo hayan gentes que exploten la ignorancia de otros. Llamamos la atención a las autoridades competentes para que estas cosas no ocurran ya que la fantasía pasa pero la realidad queda , como en el caso citado, patentada en un hogar deshecho. 

El corresponsal.



sábado, 22 de febrero de 2020

Mis rinconcitos: Los bancos de Cádiz.

No sé si seré yo, que soy un hombre un poco extraño, o si es el común en mis paisanos, pero la mayoría de los mejores momentos de mi vida los he vivido en torno a los bancos de la calle. Sí, esos que están siendo sustituidos por sillas unipersonales frías que impiden el contacto, porque muchos de ellos eran usados por los sintechos para dormir. 

Recuerdo, sin embargo, uno de los primeros bancos donde me senté con mi pandilla. Era en la laguna, allí descubrí el alcohol como estimulante cuando beber una litrona parecía ser rebelde y mucho más si lo acompañaba con un cigarro. Ese banco fue testigo de mis primeros pensamientos racionales con sentido, de las primeras veces que mis amigos y yo nos planteamos el sentido de la vida, y cómo mejorarla. Allí lloré cuando estaba triste, allí me refugiaba sólo para contarle mis problemas, y allí también di mis primeros besos. 


Sin duda, uno de los bancos que más recuerdos míos guarda, es uno que está en la Alameda. En mis tiempos universitarios me ha visto hablar con mi padre (cuyas cenizas están en el mar), sentir el amor, estudiar, reflexionar, llorar... y es que ese banco era diferente. El aire era diferente, allí venían las musas cuando quería escribir, el viento me refrescaba cuando tomaba un refresco, me hacía revitalizarme, me hacía reflexionar en la soledad, me hacía comprender la dureza de la vida y me hacía ser más fuerte ante la adversidad. 

También veía en los bancos, como parejas de adolescentes se formaban, y como otros, mantenían su amor después de 60 años, junto a la fuente de los niños del paraguas en el parque Genovés. 

Y es que los bancos de Cádiz, te pueden contar mi vida, como la de muchos gaditanos, que como yo, los utilizamos como confidentes. Espero que nunca se pierdan del todo.

sábado, 23 de noviembre de 2019

El Ángel de Sopranis.


A veces, cuando nuestra vida diaria nos hace ser los más incrédulos, sometidos a las penurias de una existencia dolorosa, en la que nos sentimos simples piezas de un engranaje que no para y que no cambia para que las cosas funcionen y pensamos en que la material es la única realidad que nos define, la vida nos pone a prueba y nos hace volver, al menos, a reflexionar sobre la existencia de algo más, que no sabemos definir y de la que necesitamos alguna prueba para recuperar nuestra fe en que la vida no terminará por convertirnos en polvo.

Así estaban las cosas, en la calle Sopranis, en la casa de un conocido. La rutina diaria y la falta de tiempo ni siquiera le permitía pensar más allá que en preparar su trabajo y conseguir el dinero necesario para ir pagando facturas. Las cuestiones filosóficas o teosóficas habían sido aparcadas buscando las fórmulas más insospechadas para conseguir ingresos que le permitieran llegar a fin de mes.

El hombre en cuestión apuraba entre cigarro y cigarro, el descanso que le permitía seguir pensando en cómo redactar un currículo vitae adecuado, cómo enfocar una presentación a una empresa o cómo hacer un resumen de los miles de folios que se le acumulaban en la preparación de unas oposiciones.  Para no contaminar de la pestilencia tabaquera el resto de las habitaciones, hacía el ritual del humo en la ventana de la cocina, apagaba su cigarro y volvía a encerrarse en su cuarto con la intención de seguir una jornada dominada por el estrés y la ansiedad.

Cuando fumaba, su cerebro se despejaba y le iban viniendo ideas para escribir, para continuar su trabajo, para sus proyectos y, tenía la mala o buena costumbre, de correr hacia el ordenador para que esas ideas no se esfumaran y se perdieran en el aire como el humo del cigarrillo. En una de tantas, le vino una gran idea, apagó el cigarrillo, lo tiró a la basura y fue entusiasmado al cuarto para escribir.

Pasó un rato recopilando esas ideas, no pensando en nada más que en su trabajo. La ventana abierta traía a su cuarto el griterío y el jolgorio de una calle que tiene vida a casi todas horas.
De repente, empezó a escuchar golpes, tímidos golpes, que el hombre atribuyó a algún vecino. Pero se hacían más intensos, y aunque seguía con la mente en la pantalla de su ordenador, empezaba a prestarles atención.  

Ahora sí, un gran golpe en el salón, esto no podía ser otra cosa que en su casa. Tras este golpe, se levantó de su silla rápidamente, miró el salón y vio un antiguo reloj heredado por generaciones de su pareja tirado. Le llamó la atención la distancia de la caída. Estaba en una estantería en la pared y había volado unos tres metros hasta impactar con el suelo. A su vez, el reloj se encontraba detrás de otro reloj más pequeño que no había caído. Todo resultaba extraño, raro. Al llegar al reloj, empezó a oler, oler a quemado, mientras que en el resto del salón no se percibía. El olor a quemado lo llevó hasta la cocina y, al entrar, vio como la papelera ardía. Sin duda, el cigarro no se había pagado correctamente, había prendido algo en la papelera y ahora las llamas ya alcanzaban una cuarta, con el peligro de que la papelera estaba muy cerca de la bombona de gas.

Un escalofrío recorrió su cuerpo, porque inmediatamente se le vino a la mente, que alguien le había avisado, alguien le había salvado la vida. Quizás un antepasado, quizás un ángel, o quizás el viento haciendo maniobras imposibles. Su cabeza daba vueltas intentando negar lo evidente, y aún hoy sigue dudando entre si lo que vivió fue real o no, si alguien lo estaba protegiendo o fue fruto de la casualidad.

Lo que sí ocurre, es que ahora cuando está en peligro, no tiene miedo, pues esa duda le hace pensar que puede que sea importante para alguien o algo, que le protege.
Esta historia, que puede que parezca un relato inventado, os aseguro que goza de mi total credibilidad, porque aquel conocido de Sopranis es el que la firma, y ha dudado mucho entre hacerla pública o no.