viernes, 24 de agosto de 2018

UN NUEVO RELATO DEL 18 DE JULIO DE 1936 EN CÁDIZ.

En nuestra labor como historiador vamos encontrando documentación en los lugares más insospechados que nos acercan al conocimiento histórico. Hace unos días llegó a mi poder el relato histórico de un activo del Golpe de Estado de julio del 36, que tuvo bastante importancia en la capital gaditana. Con claros tintes partidistas escribe lo sucedido el 18 de julio. No sé si realmente aporta algo nuevo a lo ya escrito y estudiado, pero os dejo una transcripción del documento encontrado para que los historiadores hagan el uso que crean conveniente de él para su relato, pues es parte de nuestra profesión, el hacer públicas las fuentes cuando las tenemos.

Se trata de unos escritos de Eduardo Aranda Asquerino, concretamente, la persona que sacó a Varela del Castillo de Santa Catalina el día de actos, familia de los Carranza, y que titula su resumen como "Ligeros Apuntes de la Iniciación en Cádiz del Glorioso Movimiento Salvador de España".
General Varela

"El día 17 del més de Julio 1936, a las últimas horas de la tarde, la población de Cádiz pudo ver como el invicto, heróico y dos veces laureado General Varela, gaditano, había sido preso en el Castillo de Santa Catalina por orden de Madrid.

El sábado 18 de Julio hacia el mediodía, el General López Pinto, Gobernador Militar de la Plaza, ordenó la libertad del General Varela, y éste después de un cambio de impresiones con el Coronel de Artillería, marchó al Cuartel de Infantería de donde una vez arengadas las fuerzas, salió al frente una Compañía, situándose en la Plaza de España, en cuyo lugar se encontraba ya una batería de Artillería que, por orden del General López Pinto, Gobernador Militar, declaraba el Estado de Guerra y haciéndose en aquel instante cargo del mando de ambas unidades, intimó la rendición del Gobierno Civil. Esto ocurrió sobre las cuatro de la tarde y a continuación se distribuyeron las fuerzas tomando las bocacalles y dejando completamente cercado el edificio del Gobierno.

Aproximadamente a las trés de la tarde, se cursaron por los dirigentes de la Casa del Pueblo avisos a todos los afiliados para que se congregaran en aquella ante peligro inminente, corriéndose entre ellos la voz de "estamos perdidos", y arengándose desde la estación de Radio- Cádiz, de la que previamente se hicieron dueños un grupo de extremistas, a la masa proletaria, excitándola a que se echase a la calle, prendieran fuego y cometieran toda clase de desafueros.

Aún cuando se contaba con número aproximado de 5.000 afiliados, es lo cierto que solo concurrieron un millar aproximadamente, y de estos se destacaron algunos hacia el Gobierno Civil, otros fueron al Ayuntamiento, y el resto se esparció por distintos puntos de la población, no sin dejar una fuerte guardia en la Casa del Pueblo, en la que existía un depósito de armas y municiones muy importantes, pués también se dedicaban a la fabricación de bombas de mano, desde hacía algún tiempo, como pudo comprobarse.

De entre los reunidos en la Casa del Pueblo surgió la idea de asaltar una armería establecida en la entonces calle General Riego, pero el asalto fué rechazado valientemente por el dueño y uno de sus hijos, que enfrentados con los asaltantes dejaron muy mal herido a uno de ellos, que a los pocos momentos falleció en un zaguán de una casa próxima a la armería, otro resultó también herido y pudo escapar y el resto huyeron a la desbandada.

No hay que consignar que desde las cuatro aproximadamente, y también por orden de los dirigentes se fué cerrando el comercio, quedando las calles desiertas, oyéndose algún que otro disparo en distintos sitios de la población, con el doble fin de que los afiliados acudieran a sumarse a los de la Casa del Pueblo, y sembrar el desorden en la población.

A última hora de la tarde se circuló la orden por el ayuntamiento de que se cortara el suministro de luz  y agua, (estos servicios están municipalizados y la orden no se cumplió), con el fin, según las instrucciones recibidas, de que cortado el suministro de agua y luz durante toda la noche, pudiera ser destruído por el fuego el barrio más importante de la Capital, comenzando los incendios por la Calle Eduardo Dato, una de las vías principales de la Ciudad.

La noticia del incendio llegó a conocimiento del General encargado del cerco del Gobierno Civil, quien dispuso no se moviera fuerza alguna del lugar que le habían asignado, pasase lo que pasase, y ordenó a un Oficial de Artillería que con dos pelotones de Artilleros, ocho números de la Guardia Civil y catorce o diez y seis paisanos afiliados a Falange Española y Requeté, que desde los primeros momentos se habían presentado al General, marchase al lugar de los incendios con la orden de reprimirlos y castigar a los incendiarios.

Tan pronto llegaron a la calle Eduardo Dato y rompieron el fuego contra ellos estos huyeron en todas las direcciones dejando algunos cadáveres, pero sin que por desgracia pudiera evitarse la destrucción de los edificios incendiados, no solo en esta calle, sino en otros sitios de la Ciudad, pués siendo en su mayoría almacenes de tejidos ardieron con gran celeridad, tomando rápidamente incremento extraordinario no pudiendo más tarde ser dominado por el servicio de Incendios que apesar de órdenes circuladas por el ayuntamiento acudió al requerírsele y el que se tuvo que limitar a cortar el fuego evitando la propagación a los edificios inmediatos.

A las primeras horas de la noche un Jefe de Artillería con trés Oficiales de la misma Arma y cuatro soldados, por orden del General López Pinto, se hicieron cargo de la Central Telefónica, quedando desde aquel instante intervenido el servicio.

No cesó en toda la noche el tiroteo de la tropa al edificio del Gobierno, por dos de sus fachadas, en donde se hallaban emboscados los marxistas con el Gobernador, y otras personas autorizadas que resistían la intimación, resultando una víctima de la tropa, el corneta de órdenes del General Varela, que falleció al lado del General de un tiro certero, estando éste dando sus disposiciones, en el centro de la plaza. Las balas respetaron al General y a los suyos, que estaban a la descubierta, pero hubo que lamentar esta baja tan sin resultado práctico para los resistentes, siendo también heridos un Teniente de Infantería y dos soldados de Artillería.

La noche transcurrió en este plan, y los soldados habían de ser contenidos por el General, porque ansiaban tomar por asalto el edificio del Gobierno.

En cuanto al Ayuntamiento, se emplazó por las fuerzas una ametralladora frente a la Casa Capitular, y también durante toda la noche no cesó el tiroteo en ambas partes, ya que en el Ayhuntamiento había sido desarmada la Guardia Municipal y encerrados sus componentes, repartiéndose pistolas entre los afiliados que estaban encerrados en el Consistorio.

Otro de los sitios donde el tiroteo se mantuvo durante toda la noche fué en el edificio de Correos y Telégrafos.

Al amanecer del Domingo 19 entró en el puerto el barco de guerra "CHURRUCA", conduciendo las primeras tropas marroquíes, que desembarcaron inmediatamente del atraque del mismo. (Al hacerse de nuevo a la mar, se sublevó este barco).

Advertidos todos los que se encontraban en el Gobierno Civil de la presencia del "CHURRUCA" al doblar la punta de San Felipe, entrada en la bahía, rindiéndose sin condiciones, y fueron inmediatamente detenidos. En el ayuntamiento ocurrió lo propio, y esparcidas por la Ciudad las tropas moras en menos tiempo que se cuenta en relatario, la Capital entera quedó definitivamente en poder del Ejército y salvada para la causa nacional.

El amanecer de Cádiz el día 19 fué el alborear de España entera, porque sin la llegada tan apunto de aquellas tropas que envió el Generalísimo Franco desde Marruecos, Cádiz, al reaccionar los rojos, y observar la poca importancia numérica de los soldados, pués no pasaban de 600 hombres la totalidad de efectivos entre todas las Armas, hubiera quedado en trance de difícil solución, del que si bien no cabe duda que hubiera salido adelante toda la fé, entusiasmo y confianza que la guarnición tenía en sus dos Generales hubiera ocasionado un retraso quizás de consecuencias insospechadas en la llegada a la metrópoli sevillana de las primeras tropas de allende al Estrecho.

 Eduardo Aranda Asquerino.

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