¿QUIÉNES FUERON
LACAVE Y TRILLE?
El teclear de estas letras es la desembocadura de un río.
Para llegar hasta aquí hay que remontarse 30 años en el tiempo. El nacimiento
de este río comienza una mañana cualquiera, en un barrio atestado de gente,
tráfico y vendedores de pescado “cantando” su mercancía a los viandantes. Un
niño de cuatro años sale con su abuela para hacer compras en un supermercado
cercano. Paralelos al camino que siguen, discurren unos raíles oxidados,
olvidados en el tiempo y en la memoria, siendo testigos de los cambios y
notarios de la zona donde cumplieron la función de ser la vía de un tren que
todavía el niño no sabe ni su trayecto ni el desempeño que cometía. En el
entorno de esos raíles discurren la Avenida
Lacave y la calle Trille. El niño todavía no conoce a esos
personajes a los que un día la ciudad de Cádiz les brindó el honor de otorgar
sus nombres para una avenida y una calle.
Para responder la pregunta que ronda por la cabeza de ese
niño hay que remontarse a una fecha tan señalada en Cádiz como es la de 1810.
Mientras la ciudad soportaba en esos momentos el asedio de las tropas
napoleónicas un comerciante nacido en Navarrens, ciudad del departamento
francés del bajo pirineo, funda la casa comercial La Cave , después de algunos años
trabajando con su tío materno, en una tienda en la plaza de los descalzos. Aquí
comienza la aventura en Cádiz de Pedro La Cave Miramont.
En sus inicios como comerciante se asocia con Macdermont en
lo que se conocería como Lacave y cía. Tras unos años y a la muerte de su socio
en 1824, don Pedro continúa solo hasta 1832, fecha en la que se asocia con
Pablo Echecopar, formando la nueva sociedad “La cave y Echecopar”.
Pero el desarrollo de la casa comercial registra un notable
aumento de producción y exportación y facturación gracias a la colaboración de
tres sobrinos de don Pedro. La sociedad está en auge y los cargueros de Lacave
navegan los siete mares para el consumo de los caldos en países tan dispares
como Suecia y Algeria. En la Segunda Aguada ,
a escasos metros del hospital del mismo nombre
, se levanta un embarcadero para el depósito de maderas para la construcción de toneles, barricas y botas. El objetivo no era solo para cubrir las necesidades propias de las bodegas de don Pedro. También se pusieron a la venta para toneleros de Jerez, Sanlucar o El Puerto.
A la muerte de don Pedro en 1850 lega toda su fortuna a sus
sobrinos. Éstos, embarcados en otros negocios como la cerámica, la lana, el
corcho o el aceite, deciden centrarse única y exclusivamente en el negocio de
los vinos ante la gran demanda existente.
Y aquí, encontramos el origen de los raíles que observan al
curioso niño del principio. El abastecimiento de los caldos no solo se hace por
vía marítima y el invento de ese monstruo creado por James Watt arrastra unos
vagones de madera enormes, en los que poder cargar los toneles. El tren hace su
aparición por la Segunda Aguada ,
siguiendo hasta Puntales. Otros raíles conducen a la calle Trille. ¿Quién no
conoce en Cádiz la calle Trille?!!! Pues bien, Trille era el apellido de un
leal y laborioso capataz de las bodegas.
La continuación de esta historia da para otro artículo y la
curiosidad y las dudas del niño quedan saciadas con este relato. El niño ya
conoce el lugar donde soñaba despierto, junto a los amigos que forjaron una
amistad inviolable. En el lugar donde antiguamente se transportaban toneles,
pasaban trenes, trabajaban toneleros y capataces con nombres de calle daban
órdenes, el niño jugó, creció y se formó junto a otros tantos como él. En San Mateo creamos nuestro particular
“meeting point” (permítanme el anglicismo) y aún resuenan por allí los ecos de
un partido de paddel o el crujir de una barrica transportada…
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